
Las lesiones del LCA se producen cuando la rodilla sufre una sobrecarga extrema tal como en un giro brusco con pie apoyado, caida sin control o se extiende demasiado la articulación en cualquier dirección.
Es por ello que las roturas del LCA se asocian frecuentemente a otras lesiones, como por ejemplo la denominada “Triada infeliz” en donde el LCA se desgarra al mismo tiempo que el ligamento colateral medial y el menisco interno, frecuente en futbolistas y esquiadores.
DIAGNÓSTICO
La rotura del LCA se sospecha clínicamente y se confirma mediante exploración física (maniobras de cajón y pivot shift) y estudio de resonancia.
TRATAMIENTO
Hoy en día en la mayoría de los casos se recomienda la reconstrucción del LCA por muchos motivos. El primero porque está comprobado que la rodilla empieza a alterarse biomecanicamente, con episodios de subluxación sobre todo si se practica deporte o trabajos activos, los cuales progresivamente van dañando los meniscos y cartílagos, y en su evolución originan cambios artrósicos. En segundo lugar porque las técnicas quirúrgicas son cada vez más fiables y menos agresivas, alcanzando tasas elevadas de buenos resultados.
Ahora bien, el tratamiento conservador-rehabilitador y portar una rodillera protectora puede estar indicado y ser exitoso en personas con roturas aisladas del LCA, con indemnidad de los meniscos, dispuestas a modificar su nivel de actividad y por lo tanto a disminuir el nivel de solicitud biomecánica de la rodilla.
El tratamiento quirúrgico de la rotura del LCA consiste normalmente en la reconstrucción mediante una plastia tendinosa, esto es la sustitución del ligamento lesionado mediante un injerto de tejido tendinoso con el fin de reproducir su anatomía y función biomecánica.
Las técnicas quirúrgicas son múltiples y las más extendidas actualmente son las plastias autólogas (provenientes del propio paciente) por su excelente biocompatibilidad, disponibilidad inmediata durante la cirugía y sin riesgo de enfermedades transmisibles (hepatitis, HIV).
Las plastias autólogas más usadas en la actualidad son las obtenidas sea de los tendones de la pata de ganso en forma de cordones (semitendinoso y recto interno) o sea del tercio central del tendón rotuliano con sus fragmentos óseos.
Es importante que la técnica quirúrgica sea anatómica con el fin de que el injerto tendinoso reproduzca la función del LCA. La plastia debe fijarse en los puntos isométricos de fémur y tibia, de manera a estabilizar la rodilla y permitir ya desde el primer día que el paciente inicie la recuperación postoperatoria.